ELLAS@Pompidou - Intentando ganar territorio.
Por Gaby Cepeda

En noviembre del año pasado asistí a un Seminario de Curaduría con Camille Morineau, curadora de arte contemporáneo del Centre Pompidou, para hablar específicamente de su proyecto Elles@Pompidou.

En 2009, Morineau tuvo la ambiciosa idea de descolgar el canónico discurso del arte moderno-contemporáneo de la colección permanente para colgar la historia del arte según las artistas mujeres. Desde Mayo del 2009 hasta Febrero del 2011 -extendido gracias al éxito con los visitantes-, se podía leer en los pasillos una historia del arte alternativa, con más de 500 obras de más de 200 artistas desde principios del siglo XX hasta la actualidad.

El proyecto es una continuación lógica de políticas impulsadas por el Pompidou en los años previos, cuando decidieron encausar 40% de su presupuesto anual de adquisiciones en producción hecha por mujeres, resultando en una colección permanente compuesta por un 17% de artistas mujeres para el 2009 -contra 13% en todos los Tate-. Aún así, Morineau recurrió a compras específicas para el proyecto para llenar lagunas en el discurso histórico.

El proyecto dividía el quinto piso del Museo en siete diferentes temáticas que dibujaban un panorama amplio de la producción de mujeres y que pretendía ir más allá de los presupuestos típicos sobre el feminismo y la femineidad. 
Para ésto, se dividieron las obras en los 8000 metros cuadrados como: Pioneers, artistas que introdujeron cambios y renovación en sus respectivos medios, Frida Kahlo, Sonia Delaunay y Diane Arbus, entre otras; Free Fire, con Niki de Saint Phalle y Rosemarie Trocket, representando obras históricas del feminismo, la crítica y visiones propias de la realidad.

Otras núcleos remiten al cuerpo como una de las temáticas recurrentes en la obra de artistas mujeres: Body Slogan y Eccentric Abstraction, dan cuenta de estas prácticas que van desde el video y el performance, hasta la pintura y la escultura, con Ana Mendieta, Louise Bourgeois y ORLAN.

A room of One's own, núcleo que toma su nombre del famoso escrito de Virginia Woolf sobre el espacio necesario para la creatividad-, trata las obras que exploran el espacio privado y las relaciones entre espacio de exhibición y proyección mental. Wordworks, obras y palabras, autobiografía, listas, historias, citas, leyendas; con Jenny Holzer, Barbara Kruger y la palabra como medio.Y finalmente Immaterials, que remite a una exposición culto del Pompidou -Les immatériaux- explorando una de las características más notorias del arte contemporáneo: la inmaterialidad de la obra, con trabajos de Tacita Dean y otras.

A través de este entramado, el museo pretendía mostrar la complejidad detrás de una producción que no puede estandarizarse en base al sexo de sus creadoras. Pero esta misma característica sí pudo mantenerlas fuera de colecciones o guardadas en depósitos mientras sus contemporáneos masculinos brillaban en sala y se abrían a discusiones internacionales.

Aunque ésta mega-exhibición se presume como un movimiento intrépido especialmente viniendo de uno de los museos más hegemónicos y de uno de los países europeos con menor desarrollo en estudios de género, recibió relativamente poca prensa de este lado del mundo, a pesar de que en Francia la cobertura fue tal que artistas y coleccionistas se apresuraron a donar obra.

Algunas críticas decían que en su afán enciclopédico e incluyente, se mezclaron laudadas obras de reconocidas artistas con obras menos destacadas que le restaban eficacia a las anteriores. Decir ésto, es presuponer que cuando uno visita el Pompidou y su usual colección permanente -predominantemente masculina- no se topa jamás con una obra de menor envergadura que otra, decir ésto es suponer que la obra masculina no supone un contraste importante de calidades o al menos no uno tan notorio como en la obra femenina. "El arte es bueno o malo sin importar el sexo" - dicen. Es imposible saberlo cuándo no lo habíamos visto salir de los depósitos, cuando no le hemos visto medirse con sus contemporáneos, ni impactar en su propio tiempo, ni en el nuestro.

Desechar el proyecto como innecesario o irrelevante, casi siempre es respaldado por el razonamiento "las diferencias entre mujeres y hombres han sido niveladas, ergo no necesitan re-pensarse". Sugerir algo así, significa ignorar que las mujeres representan el 40% de la fuerza laboral mundial, pero tienen a su nombre el 1% de la riqueza mundial, que siguen teniendo una mínima representación política, que los  números de feminicidios incrementan en las sociedades latinoamericanas y que los medios nos perciben como poco más que robots de zapatos.

Quizá los prejuicios y el encasillamiento del feminismo como "odio a los hombres" o "axilas peludas" termine algún día, se perciba como algo más que una palabra-mala y obtenga los matices necesarios para empezar un diálogo de verdadera igualdad.

Y ofensivas expresiones comerciales como ésta, puedan -maldita sea- acabarse.