TRABALENGUAS de ALEJANDRO NUÑES FERRARA 
Vivir solo, es como estar en una fiesta 
en donde nadie te hace caso. 
Marilyn Monroe


En nuestro país, la vida es un trabalenguas. 
Partimos de palabras, sentidos y sensaciones que conocemos, que nos son familiares y las vamos repitiendo una y otra vez con la intención de seguir generándonos sentido, pero lo que obtenemos es todo lo contrario. 
Palabras como familia, amor y amistad en su repetición, se complejizan y distorsionan. La estructura rítmica verbal que da vida al trabalenguas, se utiliza como estrategia de configuración social. Como individuos, familia y sociedad, repetimos todo esquema que nos permita la extensión de poder y control. 

En lugar de lograr una especialización a través del acto repetitivo, nos vemos inmersos en la confusión y desconfianza del mismo sistema que hemos creado. 
Sumemos al espejo y la cópula planteada por Borges, el trabalenguas como otro abominable multiplicador del hombre. El primero como objeto, el segundo como acción y el tercero, como estrategia de sucesión. 

Alejandro Núñez Ferrara utiliza la pintura como una pausa dentro de su propio trabalenguas social. Le permite cuestionar, pensar o volver a contemplar acciones vividas. Partiendo siempre de anécdotas personales, genera apuntes acerca de la forma en la que nos relacionamos o funcionamos como una sociedad seducida y erotizada con el deseo de obtener y ser mas, teniendo siempre en conflicto e insatisfacción al individuo. 
Utilizando cada encuentro y relación, su trabajo, los conciertos, experiencias y viajes como plataforma de investigación, se adentra en los procesos de desapego emocional de pareja, el hedonismo como resultado del deseo de poder y comodidad y las complicaciones que surgen de querer definirse como individuo, intentando pertenecer a una comunidad. 

Para Alejandro, la búsqueda de identidad, es un acto colectivo. 
Su pintura es una declaración personal; Una declaración de impuestos. 

Planteamos un juego en donde nos mezclamos y repetimos para terminar totalmente confundidos. Trabada la lengua, no somos capaces de entender lo que nos separa y define; lo que nos construye. Ensimismados, nos vamos a repetir como los tres tristes tigres, el trigo y el pajar; Como individuos, familia y sociedad. 


Entrevista /// 
M ¿Cómo es tu proceso de creación? ¿De donde obtienes tus imágenes? 
ANF / Últimamente placentero, me río más de mi.
Mis imágenes salen del querer convertir malos ratos en buenos. 
M / Eres artista, diseñador, ilustrador y DJ, 
¿Que otras practicas estimulan tu producción?
ANF / El cine es una de las cosas que mas me llena y hoy en día caminar por la ciudad de México, si regresas a casa de esas calles sin algo en la cabeza es por que eres un zombie.
M / Trabalenguas, es tu primer exposición individual. 
¿Crees que funcione como carta de despedida a la ciudad?
ANF / Pues estaría bueno, pero mejor no me adelanto. 
Si funciona como despedida o presentación que bueno.

 
DIGITAL DOBERMANS de CLAUDIA GARZA 
La aparente modificación en las estructuras de poder hacia el manejo y control de la información con los medios digitales y el social networking nos obliga a buscar nuevas formas de entender las plataformas en las que nos relacionamos. Los portales de relación nos han generado nuevas betas para comunicar, canales más eficaces, rápidos y de estructura horizontal para una información a manera de diálogo, produciendo una saturación de medios con una crisis de contenidos. “Muchas maneras de decirlo, pero poco que decir.” 
Aquellas ventanas que nos abrirían espacio para una voz más “real” y directa terminan siendo nuevos ejercicios para entender la ficción. Las zonas de migración y la alienación de identidades, imperan el trabajo de postproducción para poder generar sentidos en una producción dictada por el consumo. 

El trabajo de Claudia Garza funciona en la captura, edición y re-simbolización de contenidos arrojados por los usuarios de las redes sociales más populares. A través de distintas estrategias, Claudia se vuelve una VJ de imágenes fijas mezclando y alterando diferentes productos para formular apuntes sociales acerca de cómo nos presentamos como individuos, cómo nos entendemos como personajes más que como personas o cómo la idea de que existe un público para cada una de nuestras acciones altera nuestro sentido de identidad. La tensión en el juego de presentar y representar se vuelve una zona de negociación y de posibilidades para que el “usuario” se genere una y mil veces, modificando, alterando y haciendo uso de otros contenidos para construirse, deconstruirse y configurarse. 


La pregunta artística ya no es ¿qué es lo nuevo que se puede hacer? 
Sino mas bien: “¿qué se puede hacer con?” 

Digital Dobermans es la primer parte de un proyecto en donde Claudia Garza examina, a través de dibujos digitales, cómo las posibilidades de modificación de la persona en los medios digitales nos puede llevar a un punto en donde alteremos tanto la imagen, que no nos podamos reconocer a nosotros mismos. ¿Será posible que en algún momento, al igual que les pasa a los perros doberman con cierta edad, perdamos el sentido de reconocimiento tras habernos adentrado demasiado en laberintos digitales? La extrañeza que sentimos al encontrarnos una foto de cuando éramos niños y no podernos reconocer es un acto referente de cómo entendemos la imagen en la formación de nuestras identidades. En esos casos el reconocimiento lo dicta un tránsito afectivo más que una relación con la imagen y cuando a este panorama le agregamos la concienciación del poder modificar datos y formas, las verdades anuladas de la imagen fotográfica de documento y registro de realidades, se cancelan para liberar la producción de imágenes en nuevos campos de posibilidad. 

Cuando son las plataformas las que dictan la forma en la que nos entendemos y relacionamos, es importante entender los límites y posibilidades de sus configuraciones.  En 1968 A. Warhol dijo que en el futuro, todos tendrían sus 15 minutos de fama y el día de hoy José Miguel Goñi público en su Facebook: tener planes en la vida es como estar en YouTube; 

uno nunca sabe dónde acabará.